¿Se puede decir algo nuevo sobre los amores de instituto? Ni falta que hace cuando un manga tiene el encanto de Insomniacs After School (Milky Way Ediciones)

insomniacs after school

 

Ganta tiene fama en el instituto de ser un borde y pasar de todo. Lo que nadie sabe es que este chico tiene un problema que le hace comportarse así: sufre insomnio, y tras pasar la noche en vela en lo único que piensa es en descabezar un sueño lo más discretamente posible. En una de sus incursiones en busca de acomodo por los más diversos rincones del edificio, se topa con Isaki, una compañera de clase que está en su misma situación. Ambos han ido a parar al antiguo observatorio astronómico del centro, ahora clausurado y convertido en trastero. Un lugar ideal para dormir siestas furtivas, una práctica en la que ambos van a ser cómplices.

No tiene mayor misterio el argumento que presenta Makoto Ojiro (Saitama, 1982), una autora prácticamente debutante en nuestro país (tan solo había asomado en la antología homenaje a I am a hero). Esta Insomniacs After School es su obra en curso, iniciada en 2019, con la que parece depurar su estilo e intereses, tras unos inicios en el manga picantón que recondujo hacia el costumbrismo y el romance adolescente, con obras como Neko no Otera no Chion-san o Fujiyama-san wa Shishunki. Si estas dos tienen la mitad del encanto que reúne la que acaba de publicar Milky Way Ediciones, a buen seguro estarán ya en el radar de los editores si este título funciona.

Y es que Ojiro tiene ese toque mágico que hace que te enamores de los personajes en apenas un capítulo. No hay, por lo menos en este primer tomo, ningún giro hacia una problemática social, más allá de que se presenta aquí el insomnio como un estigma que ocultar a los compañeros de aula. El motor de la historia está en dos protagonistas muy diferentes, un chico que esconde su timidez bajo una actitud distante y una chica que rebosa alegría.

 

Juventud, divino tesoro

Isaki y Ganta son, al fin, adolescentes de verdad. Como tal se comportan cuando tratan de mantener su secreto o cometen “locuras” como aprovechar el desvelo para escaparse en plena madrugada para ir a ver sitios. Y aunque no está en sus planes, todo parece indicar que el roce de la siesta va a hacer que surja la chispa del amor, más cuando se dan cuenta que no hay nada más relajante que ponerse a sobar uno junto a otro. Todo, eso sí, desde una inocencia candorosa que no hace sino incrementar el afecto por esta tierna pareja de insomnes.

A todo ello contribuye de manera decisiva el precioso dibujo de la autora, que capta a la perfección las sonrisas y el brillo en los ojos de la juventud en sus años más felices. Tanto, que casi se diría que este es el reverso luminoso de otro magnífico aunque desolador manga, La chica a la orilla del mar, de Inio Asano.

 

Insomniacs After School 1 (serie abierta), de Makoto Ojiro

Milky Way Ediciones. Rústica, b/n, 196 págs., 8,50 euros.

Traducción de Óscar Tejero

Artículo publicado originalmente en la revista Z